lunes, 16 de julio de 2012

El mundo icónico en la virtualidad

El mundo icónico en la virtualidad
Serie: Lecto - escritura en la Web (2/3)
Oscar Dávila

Todo lo que vemos en el monitor de la PC no es más que un mundo virtual que coexiste, y tal existencia depende del observador. La discusión eterna del hombre sobre lo que es y lo que no es, alcanza también el aspecto de la virtualidad en la Web. Reiteramos entonces la necesidad de que sea el lector quien opine “qué es verdad” y “qué es virtual”. Partimos con la premisa inicial: lo que vemos en el monitor del computador son impulsos eléctricos, donde la presencia de un impulso de micro electricidad se representa icónicamente con uno (1), y la ausencia de ese impulso se representa con cero (0). Así la combinación de unos y ceros, en diferente orden, generan el lenguaje que la PC entiende, y la interpretación de este lenguaje para mostrarlo en forma de imagen en el monitor del PC, es lo que hace el sistema operativo. 

Por lo tanto si lo que vemos en la pantalla es una ilusión interpretada por el PC para darnos ideas iconográficas de un mundo paralelo, se podría decir que cuando chateamos o intercambiamos correos, estamos estableciendo un puente entre este supuesto mundo real y ése otro que interpreta el PC. Así, a diario, estamos entrando y saliendo a nuestra propia “Matrix”, es decir, un mundo donde nos conectamos y empezamos a percibir una realidad representada en imágenes de un mundo virtual que aporta conocimiento a este lado del sistema.

Podemos ver por ejemplo, una imagen de una vista microscópica de células epiteliales, e inmediatamente, sin que nos lo digan (hablo de los estudiantes, profesores y profesionales de Ciencias de la Salud) ya tenemos la idea del concepto, aunque éste no esté presente ni explícito; y enseguida sabemos de qué se trata. Que el concepto de lo que vemos esté solapado no quiere decir que sea eliminado, sólo que se presenta a través de una imagen que es aceptada por todos como entendible a nuestro mundo, dentro y fuera de la “matrix”.

También podemos ver una imagen o gráfico de las curvas de oferta y demanda, y sin que haya explicación adjunta, sabemos que el concepto de lo que vemos está allí presente, solapado, pero está, y con sólo mirar podemos interpretar el equilibrio o desequilibrio de un sistema económico. (Aquí que me ayuden los economistas).

Más allá de la imagen concreta, ese monitor del PC nos puede mostrar también la representación icónica del pensamiento abstracto propio de los matemáticos e ingenieros, que se visualiza en la “matrix” como fórmulas, ecuaciones, variables, códigos estructurados y clases de objetos, que pueden tomar cualquier valor, cualquier posibilidad. La concreción en una de esas infinitas posibilidades convierte a la misma en una meta-imagen, es decir, la representación de una imagen de la imagen (De la imagen abstracta a la imagen concreta con concepto propio).

Entonces, cuando hacemos un Chat con alguna persona o leemos un correo de un amigo, enseguida entramos en su mundo icónico, y con cada emoticón o juego de palabras, adjudicamos sentimientos y emociones a nuestra conversación. Esta estructura de respuestas son reacciones neuro-químicas, muchas de ellas precondicionadas por años de hábitos en el comportamiento humano. Así, por ejemplo, cuando vemos un PowerPoint de cachorros vestidos con ropita pequeña, activamos un sentimiento de ternura, que no es más que el mismo sentimiento que se activa cuando estamos cerca de un bebé humano. Pero la emoción no fue activada ni por un perrito disfrazado de verdad, ni por un bebé de verdad, sino por una imagen digital de éstos últimos. Dicho en otras palabras, una combinación de “unos” y “ceros” que el PC interpretó como una imagen de cachorritos vestidos de bebé, finalmente se mostró en el monitor,  y activó en nosotros el sentimiento de la ternura. Esto es un amplio indicio de conectividad con la matrix que experimentamos en la Web.

Ante este discurso diario de imágenes, el usuario asume un rol. Cuando Neo aparecía junto a Trinity con sus lentes de sol y su vestimenta totalmente negra, era un indicativo de que estaban dentro de la matrix. Esta identidad fue elegida por ellos. Nosotros generalmente, cuando entramos a la matrix que nos ofrece nuestro PC en casa conectado a Internet, adoptamos una personalidad o un avatar, que tiene hábitos propios, como por ejemplo hablar bien y verse bien, cuando una posibilidad en la realidad (fuera de la matrix) pudiera ser todo lo contrario: no hablar ni verse bien. Aún así, sigue siendo un sueño humano: descargarse completo en un ser digital.

Se puede decir que el mundo iconográfico virtual que nos ofrece el monitor de nuestro PC, cuando muestra los diferentes sitios de la Web, es un mundo que está dentro de nuestro mundo. Podemos representarlo gráficamente (hablando de imágenes) como un círculo interno (la Web) dentro de otro mayor (la realidad). El círculo externo es esta realidad, justo cuando usted lee estas líneas. El otro círculo interno es la línea que usted atraviesa cuando se conecta a la Web para navegar en otro mundo. ¿Se ha preguntado alguna vez si hay otro círculo más grande que arrope a estos dos círculos? Es decir, una capa adicional donde está un prestidigitador (aludiendo a Gaarder del “Mundo de Sofía”) moviendo las piezas de los otros mundos concéntricos. ¿Ha pensado alguna vez que usted podría ser la estrella del Truman Show? Sé que me fui por el lado filosófico del asunto,  pero volvamos al asunto de la imagen.

Cuando estamos conectados en la Web, podemos tener cierta sensación de que es allí donde está la verdadera realidad. Noticias, fotos, videos que recorren el planeta, juegos en línea, transacciones bancarias, amigos en los cinco continentes y comunicaciones sin tiempo y espacio, hacen que el mundo sea tan fascinante que tal apariencia engañosa llegue a hacerse pasar por la realidad. La gran revelación de este nuevo milenio es que, no se está haciendo pasar por la realidad, sino que es la realidad misma.

La sobredosis de imágenes impresas y digitales muchas veces atonta el criterio libre de pensamiento, eclipsando la creación de conocimiento con la necesidad creciente diaria de información. De allí ciertas descalificaciones con estas nuevas tecnologías impresas y digitales, más aún cuando tales representaciones iconográficas se liberan del sujeto y toman ellas vida propia. La deshumanización aparece y por ende el rechazo por algunos sectores. Lo más notorio es que las imágenes siguen construyendo realidades, y no reflejándolas como se piensa.  Es por ello que ante el discurso en imágenes, el ser humano debe tener la habilidad de argumentar perceptivamente, y no hablo de una percepción colectiva, sino de la argumentación individual de lo que trasciende en el alma ante la imagen vista.

Walter Benjamín afirmó en 1973 que los analfabetos del futuro ya no serán los ignorantes de la escritura, sino de la fotografía. Hoy en día, este pensamiento sigue vigente, pues los analfabetas de este nuevo milenio serán aquellos que no sepan descifrar el código de la imagen. A estos últimos José Luís Molinuevo los llamó en el 2004 los “Analfabetas digitales”

Ahora bien, pregúntese ahora mismo: Entre la realidad y la virtualidad ¿qué prefiere? Antes de responder si prefiere a la cosa en sí, o a la imagen de la cosa, piense en que la virtualidad permite configuraciones. La realidad es sólo la verdad, aunque su verdad pueda ser la virtualidad para el otro. Seguro se siente proclive por la representación iconográfica de su vida ¿acaso no es atractiva esa posibilidad? El asunto es: ¿Usted entra en la matrix por placer o para suprimir la capa donde está su verdad? Piense un rato y sigamos hablando.

Oscar Dávila. (2010)