El mundo icónico en la virtualidad
Serie: Lecto - escritura en la Web (2/3)
Oscar Dávila
Todo
lo que vemos en el monitor de la PC no es más que un mundo virtual que
coexiste, y tal existencia depende del observador. La discusión eterna
del hombre sobre lo que es y lo que no es, alcanza también el aspecto de
la virtualidad en la Web. Reiteramos entonces la necesidad de que sea
el lector quien opine “qué es verdad” y “qué es virtual”. Partimos con
la premisa inicial: lo que vemos en el monitor del computador son
impulsos eléctricos, donde la presencia de un impulso de micro
electricidad se representa icónicamente con uno (1), y la ausencia de
ese impulso se representa con cero (0). Así la combinación de unos y
ceros, en diferente orden, generan el lenguaje que la PC entiende, y la
interpretación de este lenguaje para mostrarlo en forma de imagen en el
monitor del PC, es lo que hace el sistema operativo.
Por
lo tanto si lo que vemos en la pantalla es una ilusión interpretada por
el PC para darnos ideas iconográficas de un mundo paralelo, se podría
decir que cuando chateamos o intercambiamos correos, estamos
estableciendo un puente entre este supuesto mundo real y ése otro que
interpreta el PC. Así, a diario, estamos entrando y saliendo a nuestra
propia “Matrix”,
es decir, un mundo donde nos conectamos y empezamos a percibir una
realidad representada en imágenes de un mundo virtual que aporta
conocimiento a este lado del sistema.
Podemos
ver por ejemplo, una imagen de una vista microscópica de células
epiteliales, e inmediatamente, sin que nos lo digan (hablo de los
estudiantes, profesores y profesionales de Ciencias de la Salud) ya
tenemos la idea del concepto, aunque éste no esté presente ni explícito;
y enseguida sabemos de qué se trata. Que el concepto de lo que vemos
esté solapado no quiere decir que sea eliminado, sólo que se presenta a
través de una imagen que es aceptada por todos como entendible a nuestro
mundo, dentro y fuera de la “matrix”.
También
podemos ver una imagen o gráfico de las curvas de oferta y demanda, y
sin que haya explicación adjunta, sabemos que el concepto de lo que
vemos está allí presente, solapado, pero está, y con sólo mirar podemos
interpretar el equilibrio o desequilibrio de un sistema económico. (Aquí
que me ayuden los economistas).
Más
allá de la imagen concreta, ese monitor del PC nos puede mostrar
también la representación icónica del pensamiento abstracto propio de
los matemáticos e ingenieros, que se visualiza en la “matrix” como
fórmulas, ecuaciones, variables, códigos estructurados y clases de
objetos, que pueden tomar cualquier valor, cualquier posibilidad. La
concreción en una de esas infinitas posibilidades convierte a la misma
en una meta-imagen, es decir, la representación de una imagen de la
imagen (De la imagen abstracta a la imagen concreta con concepto
propio).
Entonces,
cuando hacemos un Chat con alguna persona o leemos un correo de un
amigo, enseguida entramos en su mundo icónico, y con cada emoticón o
juego de palabras, adjudicamos sentimientos y emociones a nuestra
conversación. Esta estructura de respuestas son reacciones
neuro-químicas, muchas de ellas precondicionadas por años de hábitos en
el comportamiento humano. Así, por ejemplo, cuando vemos un PowerPoint
de cachorros vestidos con ropita pequeña, activamos un sentimiento de
ternura, que no es más que el mismo sentimiento que se activa cuando
estamos cerca de un bebé humano. Pero la emoción no fue activada ni por
un perrito disfrazado de verdad, ni por un bebé de verdad, sino por una
imagen digital de éstos últimos. Dicho en otras palabras, una
combinación de “unos” y “ceros” que el PC interpretó como una imagen de
cachorritos vestidos de bebé, finalmente se mostró en el monitor, y
activó en nosotros el sentimiento de la ternura. Esto es un amplio
indicio de conectividad con la matrix que experimentamos en la Web.
Ante
este discurso diario de imágenes, el usuario asume un rol. Cuando Neo
aparecía junto a Trinity con sus lentes de sol y su vestimenta
totalmente negra, era un indicativo de que estaban dentro de la matrix.
Esta identidad fue elegida por ellos. Nosotros generalmente, cuando
entramos a la matrix que nos ofrece nuestro PC en casa conectado a
Internet, adoptamos una personalidad o un avatar, que tiene hábitos
propios, como por ejemplo hablar bien y verse bien, cuando una
posibilidad en la realidad (fuera de la matrix) pudiera ser todo lo
contrario: no hablar ni verse bien. Aún así, sigue siendo un sueño
humano: descargarse completo en un ser digital.
Se
puede decir que el mundo iconográfico virtual que nos ofrece el monitor
de nuestro PC, cuando muestra los diferentes sitios de la Web, es un
mundo que está dentro de nuestro mundo. Podemos representarlo
gráficamente (hablando de imágenes) como un círculo interno (la Web)
dentro de otro mayor (la realidad). El círculo externo es esta realidad,
justo cuando usted lee estas líneas. El otro círculo interno es la
línea que usted atraviesa cuando se conecta a la Web para navegar en
otro mundo. ¿Se ha preguntado alguna vez si hay otro círculo más grande
que arrope a estos dos círculos? Es decir, una capa adicional donde está
un prestidigitador (aludiendo a Gaarder del “Mundo de Sofía”) moviendo
las piezas de los otros mundos concéntricos. ¿Ha pensado alguna vez que
usted podría ser la estrella del Truman Show? Sé que me fui por el lado
filosófico del asunto, pero volvamos al asunto de la imagen.
Cuando
estamos conectados en la Web, podemos tener cierta sensación de que es
allí donde está la verdadera realidad. Noticias, fotos, videos que
recorren el planeta, juegos en línea, transacciones bancarias, amigos en
los cinco continentes y comunicaciones sin tiempo y espacio, hacen que
el mundo sea tan fascinante que tal apariencia engañosa llegue a hacerse
pasar por la realidad. La gran revelación de este nuevo milenio es que,
no se está haciendo pasar por la realidad, sino que es la realidad
misma.
La
sobredosis de imágenes impresas y digitales muchas veces atonta el
criterio libre de pensamiento, eclipsando la creación de conocimiento
con la necesidad creciente diaria de información. De allí ciertas
descalificaciones con estas nuevas tecnologías impresas y digitales, más
aún cuando tales representaciones iconográficas se liberan del sujeto y
toman ellas vida propia. La deshumanización aparece y por ende el
rechazo por algunos sectores. Lo más notorio es que las imágenes siguen
construyendo realidades, y no reflejándolas como se piensa. Es
por ello que ante el discurso en imágenes, el ser humano debe tener la
habilidad de argumentar perceptivamente, y no hablo de una percepción
colectiva, sino de la argumentación individual de lo que trasciende en
el alma ante la imagen vista.
Walter
Benjamín afirmó en 1973 que los analfabetos del futuro ya no serán los
ignorantes de la escritura, sino de la fotografía. Hoy en día, este
pensamiento sigue vigente, pues los analfabetas de este nuevo milenio
serán aquellos que no sepan descifrar el código de la imagen. A estos
últimos José Luís Molinuevo los llamó en el 2004 los “Analfabetas
digitales”
Ahora
bien, pregúntese ahora mismo: Entre la realidad y la virtualidad ¿qué
prefiere? Antes de responder si prefiere a la cosa en sí, o a la imagen
de la cosa, piense en que la virtualidad permite configuraciones. La
realidad es sólo la verdad, aunque su verdad pueda ser la virtualidad
para el otro. Seguro se siente proclive por la representación
iconográfica de su vida ¿acaso no es atractiva esa posibilidad? El
asunto es: ¿Usted entra en la matrix por placer o para suprimir la capa
donde está su verdad? Piense un rato y sigamos hablando.
Oscar Dávila. (2010)